Terapia familiar
⟶¿Experimenta tu familia actualmente una crisis? ¿La vida familiar está regida por un clima de tensión o discusiones constantes?
⟶¿No encuentras la forma de poder comunicarte con tu familia o te gustaría tener más cercanía con tus hijos?
⟶¿El periodo de la pubertad de tu hija/o adolescente está siendo más difícil de lo esperado? ¿Tiene problemas con el alcohol u otro tipo de adicciones? ¿Presenta problemas de alimentación (anorexia o bulimia)? ¿No consigues que deje de jugar a videojuegos?
⟶¿Sufre tu hija o hijo algún tipo de problema en el colegio o la guardería? ¿No consigue hacer amigos, tiene problemas de conducta o no consigue gestionar sus emociones?
⟶¿Sufre toda la familia a causa de la enfermedad o adicción de uno de sus miembros? ¿Deseas tener apoyo en relación a temas complejos como la muerte o el duelo?
⟶¿Estáis en un proceso de separación o divorcio y deseáis recibir apoyo a través de una terapia? ¿Queréis llevarlo a cabo de la forma menos perjudicial para vuestros hijos?
⟶¿Tenéis como progenitores distintos valores y actitudes educativas que complican la vida familiar? ¿Vuestras diferencias culturales conllevan más dificultades de las esperadas? ¿Es la vida de una familia reconstituida un desafío constante?
La terapia sistémica puede suponer una ayuda para tu familia ante todos estos desafíos.
Terapia familiar sistémica
El proceso terapéutico ofrece a cada miembro de la familia el tiempo y el espacio para poder expresar sus sentimientos, necesidades y deseos. Esto posibilitará una mayor comprensión y cercanía mutua.
La terapia familiar sistémica crea un espacio en el que cada miembro de la familia se siente seguro de poder expresar sus sentimientos, necesidades y deseos. Esto facilita una mayor comprensión de la postura del otro y por tanto, una mayor cercanía.
Después de pocas sesiones de terapia, la familia desarrollará un nuevo lenguaje que le permitirá comunicarse de una forma más constructiva. Gracias a ello podrá formular nuevas estrategias comunes que lleven a una forma de convivencia más feliz, sin caer en los patrones de comportamiento antiguos. En este proceso, cuyo ritmo marca la propia familia, volverán a aflorar los recursos y fortalezas que no estaban visibles y permitirán un crecimiento conjunto.
